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Monólogos o anotaciones números 13

"...y mi amigo Luis,
mi buen amigo Luis,
me decía:
-qué ironía, compañero,
vivimos y todos los caminos
son rutas inexorables
hacia la muerte."

Iba yo sin tamaño,
bueno íbamos, pues aunque
no lo crean, Luis,
mi buen amigo Luis, venía conmigo,
pues íbamos los yo pensando
porque nos empeñamos
en dar tamaño a todo
lo que carece de él; la ausencia,
por ejemplo, disculpen,
Luis me decía ahora al oído.
La ausencia no conoce mesuras,
se siente en sí misma
ya sea hacia alguien
-calla, Luis, estoy hablando-
o hacia algo,
como el amor que dice
<doy la vida por ti>
intentando magnificar el sentimiento;
se ama o no se ama
y el amor, como nos asegura
El Vaticano, es hasta la muerte,
y nadie sabe más que el Papa
¿o no? -ni tú, Luis, ni tú-
pero claro hay que leer
las letras pequeñas de las burocrocias,
hasta la muerte,
la muerte del amor,
originando en un sólo individuo
participaciones en muchas muertes;
como el alma
<en ausencia de ti se me hiela el alma>
¡qué alma y qué narices!
según mi amigo Luis,
mi buen amigo Luis,
el alma es el empeño que ponemos
en nuestros actos,
una pintura, un beso, un poema,
siendo la razón que nos hace desafiar
las leyes del olvido,
y me lo dijo tan seriamente que le creí.
El caso es que necesitamos
los territorios de las dudas;
ser o no ser tiene al hombre en vilo
cuando de ser a no ser
sólo una palabra se interpone: no.

 


"Sé que no estoy loco
porque sólo el loco no se sabe"
 

No siempre se me puede tachar de loco;
según dice mi amigo Luis,
mi buen amigo Luis,
a veces somos capaces de tener momentos
de tremenda lucidez.
Ayer por ejemplo pensé en las piedras,
esas piedras que el hombre
se empeña en escalar, según dicen,
para estar más cerca de dios;
que ironía, van a visitarlo
-supongamos que se llama Andrés-
<¿de acuerdo, Luis?>
acaso olvidando cada porrazo
dado en sus rodillas, sí, sí,
en ese punto de la blasfemia
que hacían que se acordaran
de Andrés escatológicamente,
pensando que Andrés
-calla Luis, decidimos Andrés-
no les devolvería el saludo,
señor, señor
¡ni que Andrés fuera un santo!
No nieguen que pensar
en las piedras
no es síntoma de cordura.
Mañana pensaré en algo
que me devuelva a mi estado natural;
mañana pensaré
en eso que nadie piensa,
pensaré en que piensa
el que piensa en nada que se piense.


"Y cuando desperté,
mi amigo Luis,
mi buen amigo Luis,
me esperaba con una mano
sobre mi rostro
hecho a trozos de lágrimas"

A veces pienso que podría fingir
que he muerto en la hierba
y mañana decir cómo es
una muerte fingida,
que estuve en el viento
diciendo que fui lo que gasté
-ríe seriamente Luis,
mi amigo Luis,
mi buen amigo Luis-
una respiración que caduca
en el instante en que se exhala;
eso fui visitando mi sangre
que lejos de mi cuerpo
se me alborota aún
como un pícaro fingidor
-deberíais ver el rostro desencajado
a carcajadas de mi amigo Luis,
mi a veces no tan buen amigo Luis-
Anduve por solitarias avenidas
de razones rojas y vidrios mansos,
que tardé en llegar
porque hallé el amor en su negrura
-mi amigo Luis,
mi buen amigo Luis,
tiene mucha razón,
señor, señor, qué inventivas tengo-
Decir que marché donde veo
hélices en las tardes de septiembre
a presentarme -soy sin nombre
el que pensó que podría fingir
que murió en la hierba
y vivió en la muerte
una enfermedad grave
de inconfundibles rosarios de amor-

Fin anotaciones números 13

L .Gómez